Cuentos de Hadas
El Hada de la higuera…
Cuento de Norma - Basado en una historia real
Cuenta la historia, que hace muchos, muchos años tres hermanitos muy pobres, esperaban siempre a sus padres que llegaran de su trabajo para ver que había de comer.
Cultivaban las tierras con toda clase de verduras, y esperaban cada estación para disfrutar de sus cosechas.
Pero había una especial ¡el verano!
Donde las cosechas eran las más ricas, en especial la fruta de un enorme árbol “la higuera”.
Betty, de los tres, la hermana mayor , acostumbraba a levantarse temprano y treparse al árbol de hojas ásperas y troncos fibrosos, para comer sus higos sin bajarse de el, llevando en sus bolsillos bolsas de ellos para toda su familia. Cantaba, le hablaba al árbol, y ella sentía que era como su segunda madre, ya que la higuera existía desde antes de su bisabuela.
Betty le decía:
-¡Como te quiero, higuera Bendita! Yo se que me escuchas, nadie se anima a treparte. Solo yo, porque tu sabes lo que siento por ti.
Tus frutos tienen el mejor sabor y son para mí mis preferidos.
¡Me alimentas todo el verano! Y cada año, tienes más y más hijos. Así todos los veranos.
Un domingo Betty le dijo a su madre que iría a misa.
Hacia unos momentos el padre había comentado a su esposa que debía cortar la higuera, pues estaba creciendo mucho y la casa corría peligro.
La madre de Betty, intento convencer que no lo haga, a su esposo, recordándole que ella amaba ese árbol y sus frutos.
El hombre contesto con
"-Bah! Bah! mujer!"
Esas fueron las ultimas palabras del esposo, que salió de la casa, tomo un hacha y comenzó a cortar sus ramas, las mas gruesas.
Cuando volvió de Misa, se escucho la voz de Betty: -¡Papa! ¡Papa! ¡No! No lo haga, la lastima. Mire como sufre. ¡Esta sangrando! Ella sentía que el árbol le pedía ayuda, se abrazo a el y comenzó a llorar.
De pronto sintió una voz que venia del tronco que decía: "-¡Betty no llores! Deja que tu papá termine de cortarme, luego hablaremos…"
Betty se aparto un poquito y alcanzo a ver que desde un pequeño hoyuelo que tenia el tronco, se asomaban unas alitas rosas fosforescentes. Era una bella hada, a la que solo ella podía verla.
Sus cabellos largos hasta sus pequeños pies.
La niña quedo llena de asombro por la belleza del hada y esta comenzó a decirle:
-¡No te asustes! Soy el hada de esta higuera. Yo se que ella te a alimentado a ti, a tu familia, vecinos, amigos, y mucha gente más.
-¡Hada, yo la necesito! ¡La quiero! ¿Qué tengo que hacer para ayudarla?
-¡Nada nada! Contesto el hada. Ya es muy anciana y esta cansada. Hay que dejarla partir. Pero me dijo que nadie la quiso tanto y la cuido como tu.
Betty escuchaba y lloraba mirando sus hojas anchas y algunos pequeños higos que quedaban en su copa.
Luego pregunto:
-¡Y tu hadita de mi higuera! ¿A quien cuidaras si el árbol se seca?, ¿Te iras?, ¿A ti tampoco te Taroté a ver?...
El hadita respondió un poco entristecida por las lágrimas de Betty:
-¡Ay!, mi pequeña ya llegara un próximo verano.
Mientras, recogía las lagrimas de Betty con su varita y las colocaba en la mano de la niña, convertidas en piedritas brillosas y de todos colores.
El hadita salió volando dejando miles de lucecitas alrededor de Betty.
La niña casi sin fuerzas grito:
-¡No me dejen! ¿Porqué? Me deja mi árbol; y también el hadita a que recién descubro.
Paso un tiempo y Betty algo resignada, todas las tardes se sentaba frente al tronco, ya seco, recordando los mejores momentos vividos junto a el. Llego el invierno y a pesar del frío, la lluvia y las tareas domesticas Betty no olvidaba lo ocurrido.
comenzó la primavera, la niña se daba cuenta por los olores de las flores, verduras y miraba las mariposas que revoloteaban su jardín.
Un día, fue corriendo al lugar a donde estaba su árbol querido, ya casi seco.
De pronto, vio un hermoso hijo de higuera de casi un metro de altura, ya con sus pequeñas hojas, ¡que feliz se sintió!
Girando y dando vueltas alrededor de la carita de Betty, dándole besitos en sus mejillas, desapareció dentro del tronco.
La niña no lo podía creer, ¡Estaba muy feliz!, tenía un nuevo árbol y sabía que no solo ella lo cuidaría sino también el Hadita que vivía dentro de el.
El árbol creció en poco tiempo, y comenzó a dar los mejores frutos nunca vistos...
FIN
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