CUENTOS DE HADAS
Mili y el hada del bosque…
de Norma Beatriz Correa Dedicado a su nieta
uando comenzaba la primavera, Mili: como todos la llamaban,
acostumbraba a ir al bosque cerca de su cabaña,
donde vivía con sus padres y sus tres hermanitos.
¡Corría entre los árboles y juntaba flores multicolores!tratando de buscar dibujos enormes en sus hojas.Que con mucho cariño llevaba a su mamá.
Un día, mientras juntaba sus florcitas, cansada,se echó en el pasto verde mirando entre los árboles,
uando ¡de repente! le pareció ver unas alitas, que destellaban una luz intensa
y de colores inimaginables para su pequeña cabecita de niña.
Comenzó a llamarla confundida:
-¡Alitas! ¡Alitas! ¡Mariposita! ¡Hadita!
De pronto sintió una voz suave y dulce que susurraba en su oido diciendo:
-¡Aquí estoy! Mi niña.
Miro a un costado, y sentadita en su hombro ¡estaba ella!
No era más grande que el tamaño de la manito de Mili.
Sus ojos azules, sus rizos dorados y sus alitas, parecían llevar el arco iris en ellas.
a niña pregunto:
-¿Puedes hablar? ¿Dónde vives? ¿Eres una mariposa?
El hada sonriendo y con una mirada llena de ternura, contesto:
-¡Si puedo hablar! Y mi hogar es el bosque. ¡Soy un hada! Y te conozco desde más pequeña.
-¿Por qué nunca te vi? contestó la niña.
-Esperaba el momento que puedas entender.
siempre te observaba entre las flores y árboles de mi hogar.
-¡Quiero llevarte conmigo! ¡Yo te cuidare!
-¡No! Cariño este es mi lugar. Pero te prometo que cada día que vengas, aquí estaré contigo
y juntas cortaremos flores para adornar tu mesa, y la repisa donde tienes la foto de tu abuelita.
Corrió hasta su cabaña ¡feliz! A darle la noticia a su madre. Ella la escucho atenta,
luego acaricio sus cabellos y sonrió.
La niña acomodo las flores en sus latas que tenia como florero, no se olvido de su abuela.
Al llegar la noche, mientras descansaba, apoyada su cabecita en su almohada,
sus ojos se entrecerraban por el cansancio.
Se durmió unos minutos y sobresaltada ¡se despertó! Y dando un grito dijo:
-¡Mamá! ¡Mamá!.
La madre asustada se levanto y fue a la habitación de la niña.
Mili tenía mucha fiebre,
su respiración estaba muy agitada. La madre asustada le dio un baño para ver si la fiebre bajaba, pero nada.
La niña siguió toda la noche así. Y al día siguiente también.
Sus únicas palabras eran:
-¡Alitas! ¡Hadita! ¡Alitas!
Ya estaba cayendo la tarde. La madre desesperada se asomo a la puerta,
-Déjame a solas con ella. Contesto el hada. Yo la curare, tú ve y descansa. No hay de que preocuparse.
El hada asomo su carita en el rostro de Mili y una luz intensa envolvió todo su cuerpo.
a niña ya estaba bien. Abrió sus ojos y dijo mirando a su hadita:
-¿Nunca me dejaras? ¡Siempre estarás conmigo!
El hada respondió:
-Siempre estaré contigo, pasaran los años y crecerás, llegara un día donde quizás ya no puedas verme,
pero siempre viviré en tu mente y corazón.
¡Y habrá otra niña como tú a quien cuidar!
Mientras, disfrutaremos del tiempo que tenemos, falta mucho tiempo para eso.
¡¡Descansa!! Y salio por un pequeño orificio que tenia la pared de madera,
dejando su aureolas de lucecitas de colores.
Mili miro a su alrededor y sus ojos se encandilaban por la cantidad de estrellitas que había en su habitación.
Durmió toda la noche, y al día siguiente cuando se levanto,
se sentía mejor que nunca.
Salio de su casa, corriendo en busca del Hada Del Bosque.
Ya la estaba esperando con un ramito de florcitas amarillas, el color preferido de las dos…
FIN
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